Por Ramiro Valenzuela López
ESTE AÑO 2021 HA MUERTO GILBERTO «SAHUARIPA» VALENZUELA. EN HOMENAJE AL GRAN ARTISTA SONORENSE, RECUPERAMOS UN ESCRITO DE NUESTRO ESTIMADO COLABORADOR DE ESTE ESFUERZO EDITORIAL, DON RAMIRO VALENZUELA LÓPEZ.

Si a alguien los sonorenses debemos reconocimiento de méritos, es a un ilustre artista sonorense, quien sorteando adversidades, desde muy abajo escaló hasta alcanzar la meta trazada; me refiero a Gilberto “Sahuaripa” Valenzuela, gente de pueblo, a quien su tenacidad convirtió en un sonorense más de los pocos que han hecho escuchar el nombre de nuestro estado, allende las fronteras de nacionales. No es tan aventurado decir, que guardando las debidas proporciones, el honroso papel artístico desempeñado por el artista sahuaripense, es similar al realizado por don Alfonso Ortiz Tirado; solo que por la categoría elitista que corresponde al bel-canto, y el prestigio altruista ganado como ortopedista, es que al ilustre tenor alamense, se rinden homenajes permanentemente. No obstante, tanto a don Alfonso en el bel-canto, como a Gilberto en el canto popular, son calificados por propios y extraños como aportadores sonorenses a la cultura artística nacional.
Gilberto Valenzuela Macen, nació en Sahuaripa, Sonora en 1935; hijo de don Alfonso Valenzuela y doña Adela Macen Amavizca; su instrucción primaria hasta el cuarto grado, la cursó en la escuela “Severiano Talamantes”, para después continuar su preparación autodidacta en las bastas aulas de la “universidad de la vida”, donde cultivó su florido léxico que muchos comunicadores envidian, utilizado por Gilberto para abrir brecha hasta lograr la notoriedad de la que también nos ufanamos los sonorenses.
Es arduo el sendero que deben transitar los cancioneros, mucho más para quienes no cuentan ni con recursos económicos, ni con influencias en el medio artístico; más embarazoso era en ese tiempo, cuando la comunicación ciberespacial se encontraba en el umbral del impresionante sistema satelital que ahora conocemos; la venta de acetatos era exigua, en razón que solo la clase acomodada contaba con aparatos reproductores; la popularidad artística se lograba a pulso, a través de programas radiofónicos y presentaciones personales. Pero nuestro personaje, tuvo el coraje suficiente para darse el tira tira con trovadores de talla mayor que él en muchos aspectos, como Miguel Aceves Mejía, Pancho “El Charro” Avitia, José Alfredo Jiménez, Javier Solís, Luis Pérez Meza, Amalia y Juan Mendoza”; quienes además, ya contaban con buen tramo recorrido.
La aventura del “Sahuaripa” Valenzuela, inició siendo un niño, cuando sus padres cambiaron la residencia a ciudad Obregón, y Gilberto por razones de índole escolar permaneció en Sahuaripa, bajo la tutela de Monseñor Porfirio Cornides Rivera, con quien compartió la casa cural, regenteada por otra eficaz colaboradora, María Jesús “Chuy” Nacameri. Quizá los aspectos sentimentales que implican a esa edad la ausencia afectiva familiar, contribuyeron a forjar el temple y carácter requeridos, para enfrentar las vicisitudes, hasta obtener el éxito que constatan su arrollador triunfo en el Festival Internacional OTI en 1976, donde superó a trovadores consagrados como Flipe Gil, Napoleón, María Medina y Sergio Esquivel; otro éxito lo constatan las 20 temporadas consecutivas presentándose en el “Million Dollar” de Los Ángeles y las millonarias ventas de acetatos.
A los 8 años de edad, bajo el auspicio del Padre Cornídez, Gilberto se había convertido en pieza clave del coro que amenizaba las “misas solemnes” celebradas en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe de Sahuaripa. Con su aguda y melodiosa voz infantil, Gilberto hacía una interpretación magistral del “Ave María” de Schubert; por cierto, la última vez que hizo tal interpretación en forma amateur, fue en la primavera de 1948, en la fastuosa ceremonia nupcial del apuesto caballero sahuaripense Omar Encinas Hurtado con la distinguida dama Emma Meléndrez Obregón. Días después de esa ocasión, en forma intempestiva, Gilberto quemó las naves y abrió sus alas al mundo, en busca de mejores horizontes.
Llegó a Tijuana donde la hizo de todo, principalmente ejerciendo el oficio de “pintor de brocha gorda”, cuya jornada complementaba cantando en concurridos bares frecuentados por el turismo gringo. En seguida lo atrae la prosperidad agroeconómica industrial de Mexicali, que es donde prácticamente en la década de los 50´ da inicio la sacrificada, pero al fin exitosa carrera artística de nuestro personaje; ahí conquistó las simpatías de los agro titanes y políticos destacados, quienes con frecuencia lo invitaban a amenizar sus fiestas familiares acompañado de mariachi. Enseguida llegó la oportunidad de ser invitado a cantar en una radio cachanilla, donde tuvo la suerte de ser escuchado por don Manuel S. Acuña, reconocido compositor sonorense radicado en Los Ángeles, California, autor de canciones tan populares como “mis ojos me denuncian”, “Alma Angelina” y “el preso de san Juan de Ulúa”; personaje que apoyó a Gilberto para realizar grabaciones; siendo los primeros temas “Cartas a Eufemia” y un precioso bolero de otro sahuaripense el Prof. Manuel García Madrid, canción que Gilberto por error equivocó el nombre original “alma en pena”, titulándolo “pena de muerte”; disco que aunque solo alcanzó éxito regional, significó el despegue artístico del chaparrito sahuaripense.
En 1953 Gilberto logró incorporarse a la “Carpa Belmont”, regenteada por el famoso ventrílocuo Paco Miller y el flamante animador Jorge Maulme, donde compartió créditos con artistas famosos, como el declamador argentino Rafael Acevedo, la flamenca Malena Montes, Los Dos Reales, Kippy Casado, Los Xochimilcas, Manolita de Córdova, Rafael Vázquez, el mismo que después formara parte del dueto “Carmela Y Rafael”. Los fines de semana la carpa se engalanaba presentando a fulgurante estrellas de la canción vernácula, como José Alfredo Jiménez, Amalia Mendoza y Miguel Aceves Mejía; el marco musical estaba a cargo de una flamante orquesta, en la que figuraba el excepcional saxofonista Clodoardo Cárdenas, autor de “me voy me voy”, tema al que el Sahuaripa imprimía sentimiento extra. En Hermosillo la “Carpa Belmont”, se instalaba en la “Pera del Ferrocarril” y durante su estancia en la ciudad, hacía a diario una breve presentación en vivo de su elenco artístico por la radio XEHQ, evento que a esa hora congestionaba el tránsito de las calles Serdán y avenida Juárez.

Javier Solís, “El Sahuaripa” Valenzuela y el “Charro” Avitia.
De la Carpa Belmont, ayudado por Paco Miller, Gilberto pasó a figurar en la cartelera del Teatro Blanquita, donde compartió créditos con Clavillazo y “Capulina”; al mismo tiempo que hacía presentaciones en centros nocturnos de Garibaldi como el “Santa Cecilia”. En 1957 Gilberto acompañado por el mariachi Vargas de Tecalitlan, en la RCA Víctor grabó entre otros temas “monedita de oro” de Cuco Sanchez y “hay Sonora” del compositor potosino Severiano Briseño; “el caballo blanco” de José Alfredo Jiménez; canciones que impulsaron la popularidad de Gilberto; pero fue “el moro de cumpas” de la autoría del “Nano” Yáñez, el corrido que en la década de los 60´, en forma definitiva le abrió las puertas de la popularidad.
Sin duda para el “Sahuaripa”, esta grabación fue un golpe de suerte, ya que tal corrido, en el restaurante bar “El Petate” que operaba por la calle Monterrey, lo interpretaba magistralmente un muchacho aficionado al canto, a quien por lo mismo la gente apodó “El Morito”; el restaurante se ubicaba a escaza distancia de la tienda “Discos y “Novedades” propiedad de los hermanos Montoya; fue tanta la popularidad del corrido en voz del “morito”; que Juventino Montoya se vio obligado a sugerirle a la disquera RCA Víctor, la conveniencia grabarlo; para el efecto, el corrido se envió a la disquera, grabado en un casete casero; no obstante la mala calidad auditiva, interesó de sobremanera. Casualmente dentro del elenco artístico de la RCA Víctor, figuraba en pleno acenso popular el joven intérprete sahuaripense, a quien atinadamente se le encomendó la grabación, que corrió como reguero de pólvora hasta rebasar el millón de copias vendidas. El corrido del moro de cumpas, figuró después en el menú de Lucha Villa y Antonio Aguilar; este inclusive protagonizó una película, en la que participó como invitado especial “El Sahuaripa”.

Otra magnífica faceta en la carrera artística del “Sahuaripa”, quedó plasmada al lado de Pepe Jara, mejor conocido como el “trovador solitario”, con quien en la década de los 60´ integró el “Dueto Miseria”; (ambos eran de escasa estatura). El éxito de la pareja descansó tanto en sus magníficas voces, como en el eclecticismo de los estilos romántico y ranchero, grabando canciones que nunca pasarán de moda.
Actualmente el “Sahuaripa” alterna su domicilio entre Mexicali y Hermosillo. En la capital sonorense en la década de los 60´, Gilberto se desempeñó como coempresario de un lujoso centro nocturno que hizo época en la zona hotelera, el “Sahuaripa Piano Bar”; ahí Gilberto presentó a famosos intérpretes de la época: Pedro Vargas, Armando Manzanero, Jose A. Jiménez, Alejandro Algara Etc. En la década de los 90´, el inquieto chaparro incursionó exitosamente como conductor de un popular programa musical en Telemax; ahí demostró tanto su talento histriónico, como su facilidad de palabra. Pero es en la ciudad cachanilla donde desde hace casi medio siglo, radica al lado de su esposa Aurorita Salazar, con quien desde 1952 integró una feliz familia compuesta por 7 retoños, casi dos decenas de nietos y media decena de bisnietos; ahora al lado de ellos disfruta estos bellos recuerdos y los éxitos que sigue cosechado.
Quedan en el tintero para otra ocasión anécdotas personales, resultantes de la honrosa amistad que une al prestigiado paisano con el que esto escribe; suficientes para llenar varias cuartillas; solo que para comentarlas requiero la autorización de “El Pequeño Gigante Sonorense” Gilberto “Sahuaripa” Valenzuela.