OTROS RECUERDOS NAVIDEÑOS

“La navidad y Monseñor Porfirio Cornidez”

Por E. Ramiro Valenzuela López

          Contagiado del espíritu navideño, suelo recordar de nuevo las originales navidades que propiciaba monseñor Porfirio Cornidez quien, con su léxico populachero, no obstante ser persona cultivada, en sus entretenidas homilías nos transportaba al tiempo y lugar donde se desarrolló la vida y obra de Jesucristo.

El arzobispo don Juan Navarrete lo definía como «un loco santo”, o bien, «un santo loco”. Se hablaba de tú con Dios, a quien él llamaba “el ampáyer principal”. La personalidad del padre Cornidez, por la forma de desenvolverse era única. Emocionado hablaba del nacimiento del Niño Dios en un humilde pesebre, hasta su crucifixión en el monte calvario.

        Desde la década de los 20´s, hasta los 50´s, monseñor Cornidez tuvo a su cargo la parroquia de Sahuaripa, extendida por los municipios de Sahuaripa, Arivechi, Bacanora, Yécora y Rosario Tesopaco. Era época en que los traslados se hacían, cuando no por sinuosos caminos de terracería, se hacían a alomo de mula. No obstante, en la jurisdicción a su cargo, el padre Cornidez forjó una época que será recordada por generaciones tanto de creyentes como de paganos.

         La influencia que el padre Cornidez ejercía ante la feligresía descansaban en ciertos hechos considerados hasta milagrosos. Todo lo bueno o lo malo que acontecía en la región se atribuía según el caso, a sus bendiciones o maldiciones.

Uno de esos hechos disque milagrosos fue, el haber rescatado de la muerte a un herido de bala, semi enterrado casi con tripas fuera, a la orilla del camino entre Tónichi y Bacanora.

Él y su ayudante subieron al herido al vehículo. Al paso por Bacanora lavaron con agua y jabón las heridas, lo fajaron con pedazos de sábana, y continuaron su camino hasta Sahuaripa. El centro de salud de Sahuaripa contaba solo con asistencia médica elemental, pero a la postre el herido salvó la vida. Se dijo que el herido se salvó gracias a las oraciones del padre Cornidez y a la presencia casual y oportuna para encontrarlo a la orilla de un camino.

         A monseñor Cornidez quien no le adoraba le temía. Eso él lo intuía y solía capitalizarlo a la hora de pedir apoyos a agricultores y ganaderos y a comerciantes. Prometía orar por climas benignos y lluvias abundantes. Organizaba procesiones recorriendo las milpas aledañas portando imágenes religiosas. Casualidad o milagro, pero con frecuencia tales peregrinaciones eran disueltas por tormentas eléctricas y lluvias abundantes.

         El padre Cornídez en las fiestas navideñas, acostumbraba recorrer los alejados poblados ubicados en el municipio de Rosario Tesopaco. El que esto escribe tuvo oportunidad de acompañarlo como acólito.

En esos lugares sus homilías resultaban entretenidas para chicos y grandes, narraba en forma de cuento infantil el nacimiento, vida y obra de Jesús. Los nombres de lugares bíblicos los sustituía con nombres característicos de la región, que previamente investigaba como «la cañada del batamote” «el cerro de la zorra” Etc.

A los seguidores de Cristo los nombraba con apodos de personas caracterizadas en el poblado, como «tío Jando”, «el meño” «el molacho”, etc.

Al referirse al señor san José decía que, para abastecerse de madera para su carpintería, salía al campo acompañado de su pequeño hijo Jesús y cargaban un burrito con madera de mezquite, tézota, palo fierro y chíragui.

        Al término del rito religioso, en la plaza pública del poblado rodeado de niños, lanzaba al aire trompos, pelotas, muñecas etc. Repartía utensilios escolares que previamente recolectaba de comerciantes y gente pudiente de cada poblado.

Del padre Cornidez se cuentan muchas anécdotas. Una de ellas se refiere a visita del arzobispo don Juan Navarrete a Arivechi, 

         El Padre Cornídez se percató, que dentro de la indumentaria oficial faltaba una especie de blusa holgada color púrpura, que utilizan los obispos para confirmar. Como mandada de cielo, vio que arribaba a la iglesia una de las feligresas, portando una blusa blanca holgada. Para pronto se dirigió a ella: «Cuca, entra a la sacristía quítate la blusa y préstamela”. Doña Cuca, comprendiendo las tribulaciones del padre, accedió y el incidente pasó desapercibido para el arzobispo Navarrete.

         Una ocurrencia más, es el favor que al padre Cornídez pidió una de las damas de la sociedad sahuaripense, referente al extravío de una valiosa joya de tradición familiar. En la homilía, el padre Cornídez pidió su devolución, so pena de un castigo divino. Al día siguiente, el padre Cornidez apresurado salió del confesionario subió al púlpito gritando: «Adela caite ya apareció el anillo, lo encontró la que está sentada junto a la Chú Nacameri y la Ramona Burrola”.

         En la década de los 50 el arzobispo don Juan Navarrete y Guerrero, considerando la avanzada edad del Padre Cornídez y lo extenso de la jurisdicción parroquial, le designó como auxiliar, a un joven cura, el padre Pedro Ramírez, a quien luego los feligreses pudientes dotaron de un carrito Jeep de color amarillo, al que el padre Ramírez llamó “el pollo”. Eso modificó la atención de tan extensa diócesis e implantó un nuevo y ágil sistema de evangelización.

        En la década de los 60´s, el padre Cornidez con la tristeza en su rostro y con la edad encima, partió de Sahuaripa a la diócesis de Hermosillo, donde continuó con su estilo bromista y dicharachero con el que también conquistó el corazón de las familias capitalinas.

FELIZ NAVIDAD

Autor: revistasonorasinaloa

Información política, histórica, empresarial y turística

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